jueves, 12 de septiembre de 2013

Hace unos 20,000 años

Hace unos 20,000 años, el perro acompañaba a los cazadores siberianos. En una sepultura palestina y en una cueva iraquí se han descubierto osamentas de hace 12,000 años. En el norte de Europa - donde se sabe que las tuberas constituyen un medio muy favorable para la conservación de animales y hombres - se han descubierto “perros de las turberas” que datan del 10.000 A. C. y cuyo estudio ha permitido concluir que dicha variedad tenía la apariencia de un spitz del norte de orejas cortas y rectas, pelo largo y cola enroscada por encima de los cuartos traseros. El perro está presente no sólo en los montones de conchas de las marismas del mar del Norte (aproximadamente 7000 A.C.) sino también en las paredes pintadas del tassili del Aijer en el Sahara y en las rocas grabadas del lago Onega en Rusia. Así, la domesticación de los perros se produjo simultáneamente en varios puntos del globo durante el mesolítico, lo que llevó en el neolítico a la aparición por selección de varias razas de perros, muy diferentes unas de otras, entre las que predominan dos tipos: el lebrel y el moloso. Los arqueólogos han encontrado testimonios de la presencia de estos perros desde comienzos del neolítico, concretamente restos de dientes en los huesos de otras especies animales. Puede admitirse razonablemente que esta animal, alerta y a veces agresivo, fuera muy pronto un auxiliar del cazador y un guarda. Asentado principalmente; como ya mencione anteriormente; en el Norte de Europa, donde ya servía como perro de trineo, como atestiguan ingenuos grabados en astas de reno, el pero de las turberas, dos mil años antes de la primera gran civilización egipcia, invadirá en Globo en cuatro direcciones.
Hacia el Este (Rusia, Europa Central y Asia), el Sudeste (Oriente Medio), el Oeste (Islas Británicas) y el Sur (España). En este último país, todavía en la actualidad puede encontrarse un perro muy parecido.
De España pasa a África del Norte, donde los cánidos son desconocidos. Su llegada coincide con la aparición de los primeros perros egipcios, venidos de Oriente. El “Canis Palustris” es también hermano de un perro cuyas osamentas fueron descubiertas en las antiguas tumbas de Melanesia y Polinesia.
De esta época datan los frescos rupestres de Alemania Occidental que sólo nos muestran una raza única de tipo spitz, de orejas erectas y cola enrollada sobre la espalda, que es, sin duda, un perro de turberas.
En España, por el contrario, otros frescos esquematizan dos razas distintas: una identificada con las representaciones alemanas; otra tipo pastor, parecido al beauceron, de orejas quebradas y cola menos espesa.

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