
En una bolsa de nylon introducida en un tubo de PVC, uno de los materiales más duros, se pone un poco de hachís. El tubo en cuestión, tapado en sus extremos y con minúsculos agujeros, se rodea con una hoja de poliuretano y se envuelve en una tela de algodón, para que se parezca lo más posible a los juguetes para perro. Acostumbrado al olor de droga, el perro debe encontrar su juguete favorito escondido de un modo cada vez más difícil: en los asientos, los faros, los embellecedores o el filtro de aire de un coche.
Para el perro, este rastreo sólo es una excelente ocasión de jugar con su dueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario