
Los ejercicios de natación destinados a desarrollar la resistencia del animal comenzarán muy pronto, desde que tenga cuatro meses; las distancias a cubrir se alargarán muy progresivamente y bajo una estricta vigilancia porque el terranova no conoce sus límites; para complacer a sus dueños es capaz de nadar hasta el agotamiento. En él resulta también muy natural cobrar los diversos objetos (remos, fango o chaleco salvavidas) que se lancen al agua primero desde la orilla y después desde un barco anclado a 30 metros.
Al perro le bastarán unas cuantas sesiones para aprender a tirar del brazo o de las muñecas de un maniquí arrojado al agua desde un canoa. La escena se complica cuando el "muñeco" es sustituido por un voluntario que simula ahogarse haciendo grandes gestos. El animal debe entonces controlar su fuerza espontaneidad para coger delicadamente el brazo de la "víctima".
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