No son comportamientos patológicos pues la situaciones que normalmente las desencadenan están relacionadas con el medio. Tales agresiones son esencialmente la agresión por irritación y la agresión jerárquica. En el primer caso, la causa se debe a una o patología dolorosa o a una dificultad sensorial (pérdida de la visión en caso de atrofia retiniana progresiva, anosmia, sordera progresiva). En el segundo caso, son los dueños quienes desencadenan las agresiones por reconocerle al perro prerrogativas de dominante y después negarlas en situaciones jerárquicamente significativas.
En todo caso, el mayor riesgo es el de la instrumentalización de la agresión (el perro aprende que cuando muerde se sale con la suya) que desembocará en una hiperagresividad secundaria.
El tratamiento se adapta a cada caso. En el primero, hay que tratar la causa orgánica y eventualmente asociarle un quimioterapia que inhibe la respuesta de agresión por irritación (con neurolépticos o antiandrógenos en el macho). En el segundo, la terapia sobre el comportamiento llamada de "regresión social dirigida" permitirá solucionar el problema. Cuando el trastornos sea profundo, a veces habrá que asociar la quimioterapia con neurolépticos y normotímicos.
En todo caso, el mayor riesgo es el de la instrumentalización de la agresión (el perro aprende que cuando muerde se sale con la suya) que desembocará en una hiperagresividad secundaria.
El tratamiento se adapta a cada caso. En el primero, hay que tratar la causa orgánica y eventualmente asociarle un quimioterapia que inhibe la respuesta de agresión por irritación (con neurolépticos o antiandrógenos en el macho). En el segundo, la terapia sobre el comportamiento llamada de "regresión social dirigida" permitirá solucionar el problema. Cuando el trastornos sea profundo, a veces habrá que asociar la quimioterapia con neurolépticos y normotímicos.

Las hiperagresividad
Pueden ser primarias (congénitas o causadas por una lesión como en las secuelas de la enfermedad de Carré) o secundarias. Se caracterizan por la desaparición de las fases de intimidación y de apaciguamiento y por el refuerzo de la mordedura. Siempre peligrosas, deben ser comunicadas rápidamente al veterinario. Algunas se pueden tratar, aunque otras imponen la eutanasia por razones de seguridad.
Pueden ser primarias (congénitas o causadas por una lesión como en las secuelas de la enfermedad de Carré) o secundarias. Se caracterizan por la desaparición de las fases de intimidación y de apaciguamiento y por el refuerzo de la mordedura. Siempre peligrosas, deben ser comunicadas rápidamente al veterinario. Algunas se pueden tratar, aunque otras imponen la eutanasia por razones de seguridad.

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