En primer lugar, conviene subrayar el hecho de que los comportamientos de agresión son comportamientos normales destinados a modificar el entorno del animal en circunstancias que ponen en peligro directa o indirectamente la supervivencia del individuo o su potencial de reproducción. Se trata, por tanto, de comportamientos adaptativos que disponen de sistemas de control propios.
Todos esos comportamientos están conectados con centros situados en la base del cerebro a la altura del sistema límbico. Además, todos salvo la agresión por miedo están bajo la dependencia del córtex cerebral cuya función se desarrolla a lo largo de la socialización.
En efecto, lo que llama la atención de cualquier observador atento es, por un lado, la complejidad de los sistemas comportamentales que actúan en la agresión directa (aquí la mordedura) en el sentido de diferir su aparición directa o prohibirla, y, por otra, la riqueza de los sistemas que controlan la intensidad de la agresión propiamente dicha.
La secuencia de agresión se puede dividir en tres fases; intimidación, ataque y apaciguamiento.
Todos esos comportamientos están conectados con centros situados en la base del cerebro a la altura del sistema límbico. Además, todos salvo la agresión por miedo están bajo la dependencia del córtex cerebral cuya función se desarrolla a lo largo de la socialización.
En efecto, lo que llama la atención de cualquier observador atento es, por un lado, la complejidad de los sistemas comportamentales que actúan en la agresión directa (aquí la mordedura) en el sentido de diferir su aparición directa o prohibirla, y, por otra, la riqueza de los sistemas que controlan la intensidad de la agresión propiamente dicha.
La secuencia de agresión se puede dividir en tres fases; intimidación, ataque y apaciguamiento.

La fase de intimidación
Finaliza en cuanto el adversario adopta una postura de sumisión o bien una postura de amenaza que desencadena el paso a la mordedura, el cual no siempre es tan sistemático; en efecto, se puede instaurar un "diálogo" postural, vocal, facial, bastante largo, que retrase el ataque.
Finaliza en cuanto el adversario adopta una postura de sumisión o bien una postura de amenaza que desencadena el paso a la mordedura, el cual no siempre es tan sistemático; en efecto, se puede instaurar un "diálogo" postural, vocal, facial, bastante largo, que retrase el ataque.

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