Aquí es cuando interviene la buena socialización y la "participación" precoz del perro en las actividades del grupo relacionadas con el bebé para prevenir cualquier peligro. Pues para un perro bien equilibrado, el bebé y después el niño pequeño, son inhibidores de la agresividad como antes lo fueron los cachorros. Así, hay perros difíciles con los adultos que soportan sin inmutarse las trastadas de un niño; éste es el resultado normal de una socialización bien llevada y de un contacto bien establecido.

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