De la misma manera, el cachorro deberá saber dominar la potencia de sus mandíbulas. Éstas le permiten entablar todo tipo de contactos con sus congéneres. Hacia las cinco semanas (y hasta siete-ocho semanas en las razas gigantes) el cachorro aprende lo que se llama "mordedura inhibida". Cuando juega con los demás cachorros o con los adultos, mordisquea con sus dientes de leche que son muy afilados. Si entonces comprueba que el congénere mordido aúlla o llega a contraatacar cuando la mordedura alcanza una intensidad demasiado fuerte, el cachorro se verá obligado a aprender a controlar su fuerza de contacto. Tendrá que saber mordisquear afectuosamente, cogerla al congénere una parte del cuerpo sin provocarle sensación de apretar, morder para poner en su sitio a un subordinado sin provocarle una herida seria, así como morder para hacer daño, para matar.
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