martes, 10 de septiembre de 2013

42°C...al sol


En cuanto se pone en acción este infernal ciclo de polipnea térmica en una atmósfera cálida, el perro se encuentra en peligro inminente de muerte. Su temperatura corporal sube como una flecha hasta llegar a los 42° y a veces más. El perro empieza a babear produciendo una baba muy espumosa que acelera la deshidratación; las mucosas pasan rápidamente del rojo oscuro, congestionado, a un azul preocupante. La congestión pulmonar, el edema pulmonar, que son las principales consecuencias del golpe de calor, exige que se intervenga muy rápidamente llevando al perro al veterinario más próximo.

No hay que escatimar en medios, ni siquiera aunque se haya de improvisar, con tal de conseguir que disminuya la temperatura corporal; sábanas mojadas, al batas, toallas, bolsa de líquido refrigerante del congelador, etc., todo vale con tal de que esté frío. Si no se puede llevar al perro a la consulta del veterinario, se le meterá a la bañera llena de agua fría hasta que llegue el veterinario, vigilando mientras tanto; el estado semicomatoso en que se encuentra le impide controlar su motricidad, y en particular, mantener la cabeza fuera del agua. El dueño debe vigilarlo.

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